En la segunda parte sobre el proyecto antipiquetes, explico cómo el gobierno busca aprobarlo. Pedrini declara que está abierto a discutir sobre el tema y Diana Conti presenta un proyecto alternativo. Para agosto de 2014 ya había más de 10 proyectos presentados entre oficialismo y oposición, y un paro nacional para el 28 de ese mes, organizado por Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli. Hechos que duelen. La parálisis ocasionada terminó en descontrol.
Con la oposición encima y el núcleo del oficialismo
cuestionando el proyecto, los diputados Juan Manuel Pedrini y Carlos Kunkel
aceptaron modificaciones al proyecto. "Estamos dispuestos a
discutir absolutamente todo”, dijeron en las a.m. nacionales. Pero la presión
fue tal que Diana Conti presentó un proyecto de ley antipiquetes alternativo. Es
imposible negar que los reclamos sociales incrementan. ¿Se podría decir que,
gracias a dios, tenemos una sociedad que reclama y mucho? Por supuesto (aunque
cuanto más mejor). Pero lo hace de manera incorrecta. A diferencia del proyecto presentado por Pedrini, la alternativa de Conti no presentó diferencias entre
manifestaciones “legítimas e ilegítimas”. En vez de un intermediario propiciado
por el Ministerio de Seguridad, la diputada propuso en su proyecto crear una
comisión para intervenir en conflictos que afecten a terceros, cuya solución “competa al Estado
Nacional o pueda ser facilitada por él”, y como autoridad de aplicación al
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Tampoco es necesario el aviso previo
de dos días. ¿Compartir el costo político de restringir la huelga? Puede ser,
el consenso se busca, sea por eso o no. Algo es algo. También puede
interpretarse la pérdida de la calle del gobierno y su respuesta ante ello.
Las aguas se calmaron hasta agosto, cuando la Comisión de
Asuntos Constitucionales de la Cámara baja retomó el tema de los reclamos. Para
ese entonces ya eran más de 10 los proyectos antipiquetes presentados entre oficialismo
y oposición, pero las críticas y el repudio hacia la medida continuaron. O sea
que todos criticaban el proyecto del otro.
Desde
el propio kirchnerismo, uno de los que salió al cruce fue el Secretario de
Seguridad, Sergio Berni, quien calificó la medida de “ridícula”. Sostuvo que
“el espíritu de una ruta es que los ciudadanos puedan circular y no protestar”.
Y “no queremos que se generen más leyes que jodan a los argentinos”. Las
palabras de Berni son correctas. Realmente lo son. De hecho, Argentina tiene
muchas, demasiadas leyes. Tampoco hay diferencia entre manifestarse o protestar
en la calle y hacerlo en un predio organizado (supongamos por un segundo que se
organiza un predio cercano a Plaza de Mayo o Casa Rosada). Aunque pensándolo
bien, sí hay diferencia. Cuando se realizan piquetes o manifestaciones en la
calle, no son normales. ¿Alguien piensa que lo son?
Sin embargo, lo que realmente turbó las aguas en agosto de
2014 fueron dos marchas: una el 24, por parte del sector de izquierda en
conjunto y con la presencia del diputado Pitrola, y otra el 28 organizada por
el líder de la CGT opositora, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo (líder y creador de
la CGT Azul y Blanca) y Pablo Micheli (Secretario General CTA). En la primera,
jóvenes militantes de izquierda junto con agrupaciones de derechos humanos
marcharon hacia Plaza de Mayo con la consigna de frenar la represión al derecho
de huelga. Además, en la plaza expusieron una gran bandera con la leyenda “Basta
de represión. No a la criminalización de la protesta”. En la segunda, de
exclusivo carácter gremialista, la consigna principal no fue el repudio al
proyecto de ley antipiquetes sino, el impuesto a las ganancias, la inseguridad,
aumento de sueldo, entre otros. Pero lo que la trae al caso es que fue un
“paro”. Inmovilizó todo. Capital Federal fue un caos. Ese día no hubo servicio
de trenes, no abrieron los bancos, no se realizaron vuelos, no se recolectó la
basura, no se pudo recargar nafta, cerraron los puertos y tampoco abrieron los
bares. ¡Pero ojo!, los subtes anduvieron un rato, estuvieron parcialmente
afectados. Las escuelas también estuvieron parcialmente afectadas, como así
también la salud: los hospitales manejados por ATE frenaron. Como frutilla del
postre, la izquierda se movilizó en repudio al paro “sin movilización”
convocado por Moyano y Cía. La movida de Moyano no
tuvo como eje lo mismo que la marcha sucedida cuatro días antes, exclusivamente
de la izquierda, pero resultó en una parálisis monstruosa del país, igual que
otra organizada por el sindicalista el 10 de abril de 2014, contrarrestando
totalmente el tema de debate actual de aquél entonces: ley antipiquetes.
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