Cuando hablamos de la “década
infame”, hablamos del período 1930-1943. Una sombría década de 13 años en la
historia argentina que comenzó el seis de septiembre de 1930, con el golpe de
estado perpetrado por el Teniente General Félix Uriburu. La democracia se
derrumbó. Así comenzó una época de fraude electoral, malos negocios para el
país y una constante violación a la Constitución Nacional.
Sin embargo, también hay que
tener en cuenta que, un año antes del golpe, estalló la Bolsa de Valores de
Nueva York. Debido a esto –y la dependencia que Argentina tenía con las
potencias-, los salarios bajaron y los desempleados subieron. Los ingresos en
la aduana disminuyeron y también quebraron muchas empresas. El malestar que
esto provocó ayudó a que Uriburu escalara políticamente y pueda crear contactos
como así también movimientos de choque. El general disolvió el congreso y
declaró el estado de sitio, se intervinieron todas las provincias radicales, se
prohibió la actividad partidaria y se persiguieron y torturaron opositores
políticos y sindicales, entre otras cosas. Además, bajo el deslumbramiento por
Benito Mussolini, intentó implementar un tipo de régimen corporativo.
6 de septiembre de 1930
Después del golpe, los años que
siguieron -bajo el gobierno de La Concordancia- se vieron teñidos de negociados
que de nada sirvieron para Argentina, como el pacto Roca-Runciman (1933) o la
renovación de contrato de la Compañía Argentina de Electricidad (1936), un
fraude electoral imparable (que provocó la abstención electoral del radicalismo
opositor en 1935) y hasta hubo un asesinato en el Senado de la Nación. Sin
embargo, si tenemos en cuenta hechos como, por ejemplo, la creación por decreto
en 1922 de YPF (primera empresa petrolera estatal del mundo) en la primera
presidencia de Hipólito Yrigoyen, o su posterior segundo mandato en 1928, vemos
que podemos estirar esta “década” de 13 años mucho más, encontrando hechos
desencadenantes del golpe en los años ’20.
Es que, grandes multinacionales
como Standard Oil o Shell se venían disputando el territorio argentino para la
explotación del petróleo hace años y, frente a las políticas progresistas y de
estatización de Yrigoyen, vieron sus intereses amenazados. Gran Bretaña proveía
nuestro país de carbón mientras nosotros proveíamos el suyo de materias
agrícolas, así que una estatización del petróleo arruinaría todo el negocio. A
su vez, hacia 1929 Argentina tenía la nafta más barata del mundo y las ventas
de YPF habían incrementado notablemente, hechos que hicieron escalar el
conflicto con los privados a niveles considerables.
Hipólito Yrigoyen fue electo presidente
por segunda vez en 1928 con 76 años, y su edad también fue motivo para rumores
e internas dentro del radicalismo, lo que presentaba cierto malestar en sí
mismo. La interna se trataba sobre quién sería el heredero del “viejo peludo”
dentro del partido. Por otro lado, desde la prensa opositora también se
trabajaba para desestabilizar: el diario La
Nueva República, por ejemplo -en el cual Uriburu tenía sus contactos-, se
encargó de publicar constantemente a favor de un cambio político. También, a
partir de este momento, Uriburu comenzó a organizar selectas reuniones con
gente de ese diario, con militares y con allegados a Agustín Pedro Justo.
Un hecho clave ocurrió a mediados
de 1930, un poco antes del golpe: 44 diputados presentaron un manifiesto
criticando el gobierno de Yrigoyen y pedían su renuncia (lo acusaban de haber
violado la constitución). Así, se le puso la frutilla al postre. Todo estaba
listo. Las Fuerzas Armadas y ciertos grupos civiles también.
Así las cosas, el seis de
septiembre de 1930 se produjo el golpe de estado llevado a cabo por el Teniente
General Félix Uriburu y se dio comienzo a la década infame argentina. Los
ciudadanos salieron a las calles para ver el paso de las tropas y también el
descapotado en el que se paseaba la comitiva militar. En el momento de pasar
por los barrios donde residía la alta sociedad, Uriburu tuvo su “momento
Sandro”, en el que señoritas le tiraron flores. El diario Crítica informó ese día destrozos que se habían ejecutado en los
edificios principales edificios del radicalismo opositor: se incendió el comité
yrigoyenista y desde los balcones del edificio, los asaltantes arrojaron
retratos del ex presidente, papeles y muebles. También se arrastró un busto de
Yrigoyen por las calles principales de la ciudad.
6 de septiembre de 1930
Respecto a lo que pasó ese día,
el senador radical Diego Luis Molinari expresaba: “en el fondo de todo esto veo
una cuestión petrolera, especialmente de la Standard Oil. Por las políticas del
doctor Yrigoyen, las compañías de petróleo pierden de ganar al año más de 300
millones de pesos y es natural que desplieguen gran actividad para combatirlo”.
Alguien quien también dedicó
varias líneas para criticar el golpe de estado fue Raúl Scalabrini Ortíz: “Instigada
y orientada por voluntades incógnitas, la prensa opositora redobló sus ataques
azuzando abiertamente a la rebelión. Hasta que lo increíble se produjo
inesperadamente. El 6 de septiembre de 1930 un general desconocido se apoderó
por sorpresa del poder, apresó al presidente constitucional, disolvió la
legislatura y encarceló a todos los dirigentes del partido radical. Mil hombres
escasos, la mayoría adolescentes, cadetes del colegio de oficiales, habían dado
abasto para acontecimiento de tal magnitud. El pueblo miró con asombro al nuevo
mandatario y tuvo el presentimiento de haber sido burlado”.
El diario Crítica titulaba lo siguiente:
Tapa del diario Crítica el día del golpe
Y la revista Fortune publicaba lo siguiente en 1931: “La última revolución
derrocó a Yrigoyen, un cruzado fanático contra todo lo yanqui, incluyendo las
compañías de petróleo. Fue él quien hizo intervenir al gobierno en la venta de
nafta y quien, al rebajar los precios y manipular las ventas, capturó el 22% de
éstas. De deposición fortalece la posición de la Standard Oil en Argentina.”
A los cuatros días de haber
terminado la democracia, la Corte Suprema de Justicia de la Nación legitimó el
golpe y, de inmediato, Uriburu estableció el estado de sitio, decretó la pena
de muerte, censuró la prensa y prohibió la actividad partidaria y sindical. Eso
también vino con persecuciones, detenciones, tortura y asesinatos a opositores.
Por otro lado, dispuso la intervención de YPF y todas las provincias radicales
(esto, debido a que dentro del círculo del militar se encontraban
representantes del poder económico concentrado y también abogados de las
grandes empresas extranjeras). También fue el autor de un importante y secreto
decreto: el Estado se haría cargo de todas las deudas privadas de los oficiales
militares de las Fuerzas Armadas.
A raíz de los acontecimientos
enunciados previamente y convencido de que el radicalismo estaba políticamente
muerto, Uriburu convocó a elecciones para abril de 1931, pero el resultado no
fue el esperado. Los radicales presentaron el binomio Honorio Pueyrredón –
Mario Guido tratando de dar batalla y finalmente triunfaron. Sin embargo, el disconforme
militar anuló las elecciones. Después de esto, presentó como representante del
régimen a Agustín P. Justo, quien manejaba conceptos similares a Uriburu
pero que, a diferencia de éste, en la práctica, quería implementar una
democracia fraudulenta y no un régimen corporativista. Además, Justo no solo
tenía más política, sino que también tenía el apoyo de la UCR Antipersonalista
(antiyrigoyenistas), del Partido Demócrata Nacional y del Partido Socialista
Independiente, sectores con los que luego formó La Concordancia. Desde esta
alianza lanzó su candidatura con Julio A. Roca (hijo) como vice para 1932 y el
20 de febrero de ese año asumió la Presidencia de la Nación.
6 de septiembre de 1930
Bajo la presidencia de Justo y
los años siguientes escasearon las divisas. Esto generó una protección y
promoción involuntaria de la industria nacional y no del campo, por lo que el
sector terrateniente dio lugar al sector industrial. El tendal de mano de obra
desocupada que había dejado el shock económico del ’30, encontraba ahora en la
surgente industria su lugar. En contraposición a esto, los precios de los
productos agropecuarios bajaron considerablemente.
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